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Seguramente has escuchado un refrán popular que dice “La esperanza es lo último que se pierde”. La mayoría del tiempo utilizamos este refrán para alentar a una persona a pensar positivo. La esperanza es usada en todas las culturas, religiones y épocas; Es, sin duda alguna, un elemento que une ideologías

Nos casamos con la ilusión de que tendremos un matrimonio maravilloso. Estudiamos una carrera o adquirimos un trabajo confiando que seremos exitosos. Cuando tenemos hijos, nos llenamos de expectativas y soñamos en qué tipo de persona se convertirán. Cuando atravesamos por momentos difíciles, confiamos que todo mejorará.

La Esperanza es el suspiro anhelado hacia un futuro mejor.

Hebreos 6:17-19  “De igual manera, Dios quería demostrar que su promesa era confiable y que la gente iba a recibir lo prometido. Dios dijo que algo sucedería y lo afirmó con una promesa. Hay dos cosas imposibles: Que Dios mienta y que no cumpla lo que promete. Esas dos cosas nos dan confianza a los que nos hemos refugiado en él. Nos fortalecen para continuar en la esperanza que Dios nos da. Tenemos esa esperanza tan fuerte y segura como un ancla que sostiene el alma. Nuestra esperanza llega más allá de la cortina del Lugar Santísimo del cielo.” (PDT)

Hay varios puntos que me gustan mucho de estos versículos ya que nos ayudan a entender que la esperanza es algo más que un simple elemento optimista dentro del Cristianismo. 

— Dios quería demostrar que su promesa era confiable y que la gente iba a recibir lo prometido.

Dios planeó todas las cosas desde la fundación del mundo. Creo firmemente en un Dios soberano que tiene todo bajo su control, por esta razón, me gusta como inician estos versículos en el libro de Hebreos. Desde el inicio de la creación, Dios está enseñando al hombre que Él es un Dios en el que se puede confiar porque cumple lo que promete.

Santiago 1:17 dice “Todo lo que es Bueno y perfecto es un regalo que desciende a nosotros de parte de Dios nuestro Padre, quien creó todas las luces de los cielos. Él nunca cambia ni varía como una sombra en movimiento” (NTV)

— Hay dos cosas imposibles: Que Dios mienta y que no cumpla lo que promete.

Entender que la naturaleza divina es basada en la verdad, nos abrirá nuestro conocimiento acerca de Dios. Él es la verdad y todo lo que Él emana es verdad.

En algún momento de nuestra vida, hemos cometido el error de comparar a Dios con el hombre.  Por ejemplo, los que crecimos con la imagen de un padre ausente y desinteresado, tenemos problemas para aceptar a Dios como nuestro padre celestial, porque creemos que, eventualmente, este nos fallará y defraudará como lo hizo nuestro padre terrenal. 

En nuestras mentes, tenemos erróneamente a un Dios con cualidades y características muy humanas; Podríamos creer que Dios es vulnerable, indeciso, egocéntrico, injusto, circunstancial y temperamental.  Todas estas son características y cualidades basadas en nuestras experiencias con otros humanos. Pero Dios no es un humano. 

Números 23:19 dice: “Dios no es hombre, por lo tanto, no miente. Él no es humano, por lo tanto, no cambia de parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar?, ¿Alguna vez prometió sin cumplir?” (NTV).

Le es imposible mentir, va en contra de su naturaleza. Salmos 100:5 dice “Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones”. (RVR 1960).  

El hecho de que Dios no mienta y que siempre cumpla sus promesas, da confianza y fortalece a los que nos hemos refugiado en Él. Su verdad permanece por todas las generaciones.

— Tenemos esa esperanza tan fuerte y segura como un ancla que sostiene el alma.

El Ancla es un elemento pesado que tienen todas las embarcaciones y su trabajo es simple, debe enterrarse en lo más profundo del mar para que la embarcación permanezca fija y no sea llevada por la corriente. Además, el ancla es un símbolo de estabilidad, puesto que, al fijarse en el interior del mar, crea firmeza y solidez en el exterior.  

La esperanza es el ancla del alma. Es la posibilidad, la fe, la expectativa y la confianza.

La mente y el corazón, por otra parte, son fluctuantes. Jeremías 17:9 nos lo dice de esta forma:  “No hay nada más engañoso que el corazón; no tiene remedio.  ¿Quién lo entiende?” (PDT). 

Sentimos y pensamos de forma extrema; podemos ser llevados por la corriente de la tristeza en un minuto y, al siguiente, estar en la euforia de la alegría. Intuimos, sospechamos y asumimos con gran facilidad. Dejamos que la mente divague de un pensamiento a otro, y permitimos que las emociones nos guíen hasta el punto de quedar a la deriva. 

Nos molesta la espera, la incertidumbre, los problemas.  Nos frustramos cuando las cosas no salen como lo esperábamos y entramos en agonía. Somos una pequeña embarcación tratando de sobrevivir en aguas impetuosas, por eso necesitamos un ancla. 

Para nosotros los cristianos, la esperanza es fundamental en nuestra fe. Es la confianza que tenemos de que las promesas de Dios se cumplirán; Es la anticipación de un resultado favorable bajo la guía de Dios. Es la garantía de saber que, lo que Dios hizo en el pasado, lo hará también en el futuro. Pero, sobre todo, nuestra esperanza es Dios, porque Él es la fuente de la esperanza.

Romanos 15:13 dice “Le pido a Dios, fuente de esperanza, que los llene completamente de alegría y paz, porque confían en él. Entonces rebosarán de una esperanza segura mediante el poder del Espíritu Santo” (NTV). 

El ancla nos ayuda a crear estabilidad cuando la corriente del mar está vehemente. Encontrar estabilidad es encontrar el equilibrio, no dejarse llevar por los pensamientos y las emociones extremas, sino permitir que los pensamientos De Dios perseveren en nuestras vidas. Jeremías 29:11 dice “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (RVR 1960). Nuestros pensamientos pueden fluctuar, pero los pensamientos de Dios son firmes.

No se trata solo de ser positivos y tener “buenas vibras”; se trata de reconocer que Dios es la verdad, que Él no miente, que no fluctúa y que siempre cumple lo que promete. Él ha prometido darte una paz que sobrepasa todo entendimiento, ha prometido llevarte de gloria en gloria, ha prometido restauración, salvación y libertad. 

No pierdas la esperanza, aférrate a sus promesas. Puede ser que en el momento sientas que estás a punto de naufragar a causa de la incertidumbre de tu presente, pero Cristo es la esperanza de gloria. Espera en Él y Él hará. 

Salmos 62:5 “Solo en Dios descansa mi alma, de él viene mi esperanza” (PDT).