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“No podemos servir ni adorar a un Dios desconocido, ni depositar nuestra confianza en Él” (Pink, 1964).
Desde que iniciamos nuestro caminar con Dios, entramos a un proceso de aprendizaje continuo, en el que cada experiencia, cada etapa, situación y circunstancia nos brinda la maravillosa oportunidad de conocer a Dios de diferentes maneras.
A través de estas ricas experiencias, podemos conocer el carácter de Dios, lo cual nos ayuda a construir un fundamento sólido e inamovible para nuestra fe. Esto nos dará madurez y, sobre todo, nos permitirá dar testimonio de un Dios vivo ante los demás.
Si buscas en el diccionario el significado de carácter, encontrarás algo como esto: “Conjunto de rasgos, cualidades o circunstancias que indican la naturaleza propia de una cosa, o la manera de pensar y actuar de una persona o colectividad, y por los que se distingue de las demás”. Cuando hablamos del carácter divino, nos referimos a sus atributos. Los atributos son cada una de las cualidades o propiedades de un ser. En nuestro caso, hablamos de las cualidades y propiedades de Dios. Por ejemplo, Dios es Eterno, Inmutable (no cambia), Omnipresente (está presente en todos lados), Amoroso, Misericordioso, Justo, Santo, etc.
Algunos de nosotros necesitaremos la experiencia de atravesar una enfermedad para poder conocer a Dios como nuestro sanador. Cada etapa y cada circunstancia de tu vida te permitirán conocer a Dios de una manera distinta. Sin importar cuál sea tu condición, siempre tendrás la oportunidad de conocer el carácter divino de forma personal. Es por esta razón que inicié citando a A.W. Pink, porque ciertamente, para poder adorar, servir y confiar en Dios, primero hay que conocerlo.
En esta etapa de mi vida, estoy conociendo a Dios como mi proveedor. Posiblemente tú también estés atravesando una situación parecida, ya que muchas personas han sido gravemente afectadas física y económicamente a causa de la pandemia y de la necesidad de aislarse socialmente. Sin embargo, estoy convencida de que esta es solo una etapa, preparada especialmente para que conociéramos un atributo asombroso de Dios: Él provee.
En 2 Reyes encontramos al pueblo de Israel atravesando una etapa de gran necesidad. El rey de Siria reunió a todo su ejército y rodeó Samaria, lo que provocó una gran hambruna (2 Reyes 6:24). Era tal la escasez, que la gente de Israel llegó incluso a comerse a los asnos (los cuales eran considerados animales inmundos). Además, se relata una historia estremecedora en el capítulo 6, donde una mujer cocina a su propio hijo para comérselo (2 Reyes 6:26-30). El rey, consternado por la situación, envió a un mensajero con la orden de matar a Eliseo, el profeta de Dios, pues creía que todo era culpa suya.
“Eliseo respondió: —¡Escuchen el mensaje del SEÑOR! El SEÑOR dice: ‘Mañana a estas horas, a la entrada de la ciudad, se podrán comprar tres kilos de harina fina por tan solo una moneda de plata, y seis kilos de cebada por el mismo precio’” (2 Reyes 7:1, PDT).
Eliseo declaró que, a pesar de lo que podían ver con sus ojos físicos, al día siguiente habría alimento. Pero el mensajero del rey respondió:
“—Eso no ocurriría ni aunque el SEÑOR abriera las ventanas del cielo.
Eliseo le dijo:
—Lo verás con tus propios ojos, pero no podrás comer nada”* (2 Reyes 7:2, PDT).
Seguramente has escuchado antes la frase “las ventanas del cielo”. Pero, ¿a qué se refiere realmente?
La primera vez que encontramos una descripción como esta es en el libro de Génesis. Noé se preparaba, junto con su familia, construyendo un arca que los mantendría a salvo durante el gran diluvio que habría de venir. En Génesis 7:11 leemos: “El año que Noé cumplió seiscientos años, el día diescisiete del segundo mes, todas las fuentes del gran abismo estallaron y las ventanas del cielo se abrieron” (PDT).
Aquí se cumple la promesa del gran diluvio: una lluvia intensa cayó sobre la tierra por cuarenta dias y 40 noches. Más adelante, en Génesis 8:2 dice: “Las fuentes de la tierra y las ventanas del cielo se cerraron y dejó de llover” (PDT)
Estos versículos explican claramente que la expresión “las ventanas del cielo” hace referencia a la lluvia, a la acción de Dios derramando algo desde lo alto hacia la tierra.
Hay otro versículo en Malaquias 3:10 que dice: “El Señor Todopoderoso dice: Traigan todos los diezmos al granero del templo y así habrá alimento en mi casa. Pónganme a prueba en esto y vean si no abro las ventanas del cielo para derramar sobre ustedes una lluvia de bendiciones hasta que les sobre de todo” (PDT).
La lluvia es un elemento esencial de la naturaleza, y en cada uno de los versículos anteriores Dios enfatiza que enviará la lluvia, la cual hará crecer cosechas y eventualmente dará alimento. Y alimento es, precisamente, lo que necesitaba el pueblo de Israel en el libro de 2 de Reyes.
Cuando Eliseo profetiza que al día siguiente habría alimento, el mensajero del rey lo duda y responde: “Eso no ocurriría ni aunque el Señor abriera las ventanas del cielo”. (2 Reyes 7:2 PDT). El mensajero no cree que sea posible obtener alimento tan pronto, ya que, naturalmente, cosechar requiere tiempo.
Sin embargo, su declaración revela algo aún más profundo: no conoce a Dios. No solo duda de que sea posible un milagro, sino que también duda del poder de Aquel que puede hacer el milagro.
Para conocer a Dios como tu proveedor, debes tener fe.
La fe es creer que Dios suplirá todo lo que te falta. Es creer en las cosas que no son como si fueran; es tener la certeza y la convicción de lo que no puedes ver (Heb. 11:1).
Abraham, caminó durante tres días hacia el monte donde debía sacrificar a su único hijo, Isaac. La historia nos cuenta que, al acercarse al monte, Abraham ordenó a sus siervos que se quedaran, y él subió solo con el muchacho. Lo interesante es que Isaac sabía que iban a ofrecer un holocausto, y por eso pregunta: “¿dónde está el cordero para el holocausto?” ( Gen 22:7).
Pero, presta especial atención a la respuesta de Abraham: “Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mio” (Gen 22:8).
¡Ese fue una declaración de Fe!.
Con su hijo atado sobre la leña del altar que había edificado, y estando a punto de degollarlo, Abraham escucha la voz del ángel de Jehová diciéndole que no lo hiciera. Entonces, Abraham alzó sus ojos y vió que detrás de él hay un carnero enredado en un zarzal. Abraham tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Aquel lugar lo llamó «Jehová-Jireh», que signfica, Jehová proveerá. (Gen 22:14)
El propósito de atravezar situaciones difíciles es llevarte a recordar que, cuando todo falla, Dios sigue estando ahí. Cuando lo que creías estable y seguro varía, Dios permanece.
Las circunstancias que encontramos en 2 de Reyes 7 indicaban que no había opciones. Estaban rodeados por el enemigo, y no había una forma aparente y real de que, al día siguiente, todos pudieran conseguir comida. Sin embargo, Dios estaba a punto de manifestar su poder.
Cuatro leprosos que se encontraban sentados a la entrada de la ciudad comenzaron a hablar entre ellos sobre lo inútil qu eera quedarse ahi, pues si entraban a la ciudad o se quedaban fuera, de igual manera morirían de hambre. Entonces decidieron ir al campamento de los sirios y, al llegar, notaron que no había nadie.
Imagina por un momento la expresión de sorpresa en el rostro de estos hombres al ver que no había absolutamente nadie en el campo del enemigo. Ellos no sabían qué había ocurrido, pero Dios nos revela ese detalle en los siguientes versículos:
“Porque Jehová había hecho que en el campamento de los sirios se oyese estruendo de carros, ruido de caballos, y estrépito de gran ejército; y se dijeron unos a otros: He aquí, el rey de Israel ha tomado a sueldo contra nosotros a los reyes de los heteos y a los reyes de los egipcios, para que vengn contra nosotros. Y así que se levantaron y huyeron al anochecer, abandonando sus tiendas, sus caballos, sus asnos, y el campamento como estaba; y habían huido para salvar sus vidas” (2 Reyes 7:6-7 RVR).
Dios provee de formas sorprendentes.
El segundo punto al que quiero dar énfasis en esta reflexión, es que la provisión de Jehová puede venir de lugares, personas y situaciones diferentes. De la forma más inesperada, de la menos imaginada, pero también de la más sorprendente.
Dios hizo que todos en el campamento sirio escucharan el sonido de caballos y de un gran ejército que se acercaba para atacarlos, por lo que salieron huyendo, dejando atrás todas sus pertenencias. También usó también a cuatro leprosos que, al no tener ya nada más que perder, decidieron ir al campamento del enemigo. La Biblia dice que todo el camino estaba lleno de vestidos y enseres que los sirios habían arrojado en su huida desesperada. Así que todo el pueblo salió y saqueó el campamento.
“El resultado fue que tres kilos de harina fina se vendían por una sola moneda de plata y seis kilos de cebada se vendían por una sola moneda de plata tambien, tal como el Señor había dicho” (2 Reyes 7:16 PDT).
Todos pudieron disfrutar del botín, excepto uno: el mensajero del rey. Eliseo le había dicho que, a causa de su duda, sus ojos serían testigos de este milagro, sin embargo, no podría disfrutarlo, porque moriría. Y así sucedió.
Se necesita fe para creer que Dios suplirá todo lo que nos falta en el momento preciso. Se necesita fe para creer que la provisión de Dios vendrá de los lugares menos esperados. Se necesita fe para creer que Él tiene la capacidad de abrir las ventanas en el cielo.
Que extraordinaria oportunidad tuvo el pueblo de Israel de conocer la provisión de Dios una y otra vez. A lo largo de toda la Biblia vemos a Dios manifestando Su provisión en medio de situaciones que parecían imposibles. Y ahora, nosotros podemos seguir siendo testigos de que Él permanece fiel. Su carácter es firme. Su palabra permanece. Él cumple sus promesas y se manifiesta a nosotros para que lo conozcamos y confiemos en Él.
Llevo 10 años y medio casada, y puedo decirte con seguridad que amo más a mi esposo hoy que cuando nos casamos. Con el paso del tiempo, he llegado a conocer todos los ángulos de su carácter y personalidad, ángulos que son imposibles de descubrir durante la etapa de noviazgo. No porque hayan estado ocultos, sino porque hay rasgos que solo se revelan con el tiempo, la convivencia constante y las circunstancias que atravesamos juntos.
Lo mismo sucede con nuestra relación con Dios. Te aseguro que, entre más lo conozcas, más crecerá en ti el deseo sincero de servirlo, seguirlo y adorarlo, porque descubrirás aspectos de su caráctr que fortalecerán tu fe.
Si estás atravesando un momento difícil, no pongas tu mirada únicamente en lo que puedes percibir con tus sentidos. Las circunstancias pueden parecer imposibles, el panorama puede lucir sombrío, y todo a tu alrededor puede estar diciéndote que no hay salida. Pero recuerda: Dios es experto en obrar en medio de lo imposible. Así como lo hizo con el pueblo de Israel en 2 Reyes, Él puede usar tu situación actual para revelarte más de Su carácter. Tal vez, en este momento, está mostrándote que Él es tu proveedor. O quizás quiere que lo conozcas como tu sanador, tu defensor, tu paz, o tu refugio.
Levanta tu mirada. Cree que las ventanas del cielo pueden abrirse sobre tu vida en cualquier momento. Confía en que la provisión llegará, quizás de las formas más inesperadas, pero siempre de la mano de un Dios que no cambia, que cumple lo que promete y que anhela que lo conozcas tal como es: fiel, justo, amoroso… y presente.
«Gustad y ved que es bueno Jehová; Dichoso el hombre que confía en él. Temed a Jehová, vosotros sus santos, Pues nada falta a los que le temen. Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien.»
Salmos 34: 8-10
Referencias.
Pink, A. (1964). Los Atributos de Dios. The Banner of truth Trust .
Excelente, te amo!