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¿Cuántas veces te haz mudado de casa? Todos los que han tenido la experiencia de mudarse saben que el proceso puede ser un verdadero dolor de cabeza. Nosotros somos una familia militar y nos mudamos de casa regularmente. Con el paso del tiempo he adquirido experiencia y he aprendido que, para que la mudanza sea eficiente, tengo que ordenar mis cosas en 2 categorías: lo que me llevo y lo que no.

Si mañana te dijeran que puedes mudarte a vivir a la Casa Blanca, ¿te llevarías tus colchones y tus muebles viejos? Personalmente, no me llevaría nada porque estoy segura de que lo que hay en la casa blanca es mejor. Lo mismo sucede en lo espiritual: a la nueva vida en Cristo, no puedo llevar a mi “viejo yo”.

Efesios 4: 22-24 dice:  “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (RVR60).

En estos versículos, Pablo nos muestra que debemos dejar la manera pasada de vivir para poder darle entrada al nuevo hombre; Efesios 4 nos enseña 3 puntos básicos que nos ayudarán a entender el proceso de mudanza que se requiere para entrar a nuestra nueva vida en Cristo:

  1. Despójate del Viejo hombre 

Efesios 4:22 << En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que esta viciado conforme a los deseos engañosos >>

Cuando conocemos a Jesús e iniciamos nuestro andar con Él, lo único que entendemos vagamentes es que entramos en un proceso de crecimiento y santificación, pero muchos de nosotros desconocemos que tenemos una parte activa en ese proceso. En esta idea ambigua entendemos que no debemos pecar puesto que eso nos separa de Dios, sin embargo, nos resulta muy difícil dejar de hacerlo porque estamos viciados. Viciar significa “dañar o corromper física o moralmente”, estar viciado, según como lo explica Pablo a Efesios, es estar corrompido espiritualmente.

Es muy común utilizar la palabra vicio cuando nos referimos a hábitos que hemos permitido y sostenido con el paso de los años que se vuelven difíciles de quitar como el consumo de alcohol, el cigarrillo, etc. Sin embargo, en el área espiritual también hemos permitido y sostenido hábitos y actitudes a lo largo de nuestra vida que afectan nuestra relación con Cristo.

Pablo nos dice “despojaos del viejo hombre”, en otras palabras, nos está diciendo que debemos renunciar consciente y voluntariamente a lo que pensabamos, creíamos y hacíamos. Para quitar un vicio se requiere de el mismo esfuerzo y voluntad que utilizamos para adquirirlo.

Unos versículos antes, en Efesios 4:2, nos dice que tenemos que <<Vivir de acuerdo al llamamiento de Dios >> Y en el versículo 13 dice que << Nuestra meta es convertirnos en gente madura, vernos tal como Cristo y tener toda su perfección >> (PDT). Estos versículos nos están guiando a discernir que nuestra única meta es llegar a parecernos a Cristo y cuando finalmente entendemos que tenemos que medirnos con la plenitud de Cristo, nos resulta más fácil identificar todas las cosas a las que tenemos que renunciar para lograrlo.

Cristo se vuelve nuestro punto de comparación. Por lo tanto, el viejo hombre que vive en mí debe morir en orden de parecerme más a Cristo. Por eso es que encontramos a través de las enseñanzas de Jesús como la renuncia a nuestra vida pasada debe ser una prioridad, debemos ser capaces de dejar todo lo que impide caminar en pos de Él, desde familia, dinero, trabajo, hasta nuestras ideas, creencias, costumbres y hábitos. 

II. Renueva el Espíritu de la mente. 

Efesios 4:23 dice :  << Y renovaos en el Espíritu de vuestra mente >> (RVR60) 

Este es un versículo al que llamo “versículo puente” porque enlaza una acción con otra. Es interesante que, para llegar del viejo hombre al nuevo hombre, nos veamos en la obligación de usar este puente llamado “Renovación de la mente”. 

Todo lo que somos y todo lo que hacemos proceden de nuestros pensamientos, por eso es que la Biblia dice en Proverbios 23: 7 << Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él”. (RVR60). Hay mucho que se podría hablar acerca de este tema que aún se está explorando en diversas líneas del conocimiento. La pregunta recurrente siempre es la misma: ¿cómo es que una persona puede renovar la mente?

La Nueva Traducción viviente dice en Efesios 4:23 <<Dejen que el Espíritu les renueve los pensamientos y las actitudes>>. Este versículo nos indica que el Espíritu es el que renueva nuestra mente, Él será el que produzca en nosotros la regeneración y la santificación. El Espíritu Santo es el único que puede ayudarnos a parecernos a Cristo, es quién nos redarguye de pecado, nos llama al arrepentiemiento y trabaja a favor de nuestra restauración. Él es el elemento clave para lograr este paso.

Sin embargo, no podemos proceder pensando que nosotros no tenemos que involucrarnos en este proceso. R. C. Sproul escribió:

El mayor obstáculo para mi santificación es mi corazón de carne que sigue aferrado a deseos perversos y anhelos malvados. Me sigue tentando la idea de que el pecado me hará feliz. Pecamos porque queremos y esto se debe a que creemos que cometer la transgresión nos hará felices… Pero, según el Nuevo Testamento, si quieres crecer en tu vida espiritual tienen que suceder dos cosas: La primera es Morir al viejo hombre (la carne) y la segunda, aliemntar al nuevo hombre para que sea fortalecido

(Sproul, 2020).

Si lees de nuevo las primeras líneas de Sproul, rapidamente podrás concluir que la batalla es mental. Es una lucha constante de renunciar al pecado y esforzarse por hacer lo correcto. Es ir constantemente en contra de las ideas que se arraigaron y se hicieron cotidianas, pero que ahora no funcionan en nuestro nuevo estilo de vida. No pretendo engañarte con esto, renunciar al pecado y esforzarse por producir frutos dignos de arrepentimiento es un trabajo duro, es una batalla diaria que requiere fuerza de voluntad humana (dominio propio) e intervención del Espíritu Santo.

III. Ponte el ropaje de la nueva naturaleza. 

Efesios 4:24 dice: “Y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (RVR60).

Es muy interesante que los tres versículos que estamos leyendo encontramos verbos de acción: Despójate, Renueva, Vístete. Creo que las palabras no están en ese orden por casualidad, sino con el firme propósito de hacernos entender que somos parte activa en este proceso. El término “vestirse” también lo encontramos en Gálatas 3:27 y Colosenses 3:9-11, y se refiere al cambio de identidad que adquirimos al seguir a Cristo.

La identidad es el conjunto de rasgos y características que nos diferencian como individuos. Es importante entender que al adquirir la identidad de Cristo, estamos anunciando al mundo que nos parecemos a Él, actuamos como Él, hablamos como Él, etc. Sus características y rasgos deben ser los nuestros y estos, deben diferenciarnos del resto del mundo.

Entonces, por si nos queda alguna duda, a partir del versículo 25 de Efesios 4, Pablo nos empieza a dar un recuento del proceso de transición, dándonos una lista de cosas que debemos desechar en el primer paso (despojarse del viejo hombre) para poder darle entrada a la nueva naturaleza en Cristo. En Orden de aparición, encontramos:

  • Desechen la mentira,  hablen ahora la verdad.
  • Enójense, Pero no pequen.
  • El que robaba, No robe más, sino trabaje. 
  • Ninguna palabra corrompida salga de tu boca, sino hablen ahora palabra de edificación. 
  • No entristezcan al Espíritu Santo. 
  • Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería, maledicencia, y toda malicia; sean benignos y Misericordiosos. 
  • Perdona.

Si lo notaste, para cada desecho hay un reemplazo. En este proceso, el despojarse no es el fin, hay que revestirse del nuevo hombre, aquel que tiene la identidad de Cristo. Nadie se lleva la basura y las cosas que no sirven a su nueva casa, no solo porque te llevas plagas y enfermedades, sino porque ahora las cosas viejas no lucen bien dentro de lo nuevo.

En Mateo 9:16 dice << Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo>> (RVR60). No se puede instalar un nuevo hábito sobre un hábito viejo; no se puede predicar un evangelio de amor cuando en el corazón hay falta de perdón. Para vestirse de la nueva naturaleza, debemos despojarnos intencionalmente de la forma en que vivíamos antes. Con ayuda del Espíritu Santo, debemos quitar aquello que, a la luz de la Biblia, no hemos aprendido de Cristo para vivir de acuerdo al llamamiento de Dios.


Referencias Bibliográficas:

Sproul, R.C. (2020). Creciendo en Santidad. Grand Rapids, Michigan: Baker Books.